
Son muchas las personas que experimentan este sentimiento en algún momento de su vida.

El ser humano necesita sentirse parte de algo o de alguien. Como criaturas sociales y emocionales que somos, la validación y el reconocimiento por parte de quienes apreciamos es un nutriente esencial.
Lo esperamos de nuestras parejas. Dar y recibir afecto, admirar y ser admirados por la persona que amamos y sentirnos apoyados es un pilar indiscutible. Así, este tejido psicológico también es básico en toda unidad familiar. Como también lo es a nivel profesional. Saber que lo que hacemos se aprecia refuerza la imagen que tenemos de nosotros mismos.
Me siento infravalorado por los demás y no sé qué hacer
El cerebro necesita del refuerzo externo para sentir cierto equilibrio y percibirse así integrado entre su grupo social. De este modo, gestos como la amabilidad, una palabra de reconocimiento o los actos de afecto cotidiano son inyecciones de dopamina capaces de reforzarnos y de hacernos ver que todo va bien. Si esto falta de manera continuada, surge el miedo y hasta el sufrimiento.
También es necesario tomar conciencia de si tu necesidad de refuerzos y reconocimientos es excesiva. En ocasiones, factores como la inseguridad o la baja autoestima puede hacer que esperemos demasiado de la otra persona. Asimismo, la búsqueda constante de aprobación externa no hace más que revelar carencias internas.
Por otro lado, también puede darse el hecho de que esa infravaloración sea real. En ese caso, es necesario hablarlo con la persona, clarificando de manera concreta y con ejemplos lo que está sucediendo. Es recomendable también especificar qué esperamos de la otra persona: aprecio, respeto, apoyo, etc.
Infravalorado mi familia
El menosprecio a nivel familiar es lesivo a todos los niveles. Si lo hemos vivido desde la infancia a raíz de unos progenitores que nos infravaloraron en casi cualquier aspecto, el impacto de este hecho puede durar décadas. Y la principal consecuencia, es acabar desarrollando una baja autoestima.
El primer paso es dejar de focalizar la mirada en ellos para ponerlo en esa área largamente descuidada: nosotros mismos.
La infravaloración que ha durado décadas debe ser sanada con los hilos del amor propio. Para ello debemos reforzar nuestra autoestima, identidad, seguridad personal. Es momento de sentirnos bien por cómo somos, por los planes que tenemos en mente… La familia que desprecia y menosprecia debe quedar en un segundo plano y situar con ella una distancia saludable.
Quien infravalora de manera persistente a otro está ejerciendo una forma de maltrato.
Infravaloración en el trabajo
Pasamos casi un tercio de nuestras vidas en el trabajo. Estar inmersos en un contexto donde percibirnos menospreciados pasa factura psicológicamente.
La infravaloración en el trabajo conduce a la baja motivación, a situaciones de estrés y un malestar general. Es necesario no llegar a situaciones extremas que pongan en riesgo nuestra salud.
Habla con tus jefes, con recursos humanos o con gerencia. Explica cuál es el problema y en qué te sientes infravalorado
Mientras continúes en ese puesto laboral no bajes tu rendimiento. Haz tu tarea lo mejor que puedas, de ese modo tu autoeficacia seguirá fortalecida y la imagen que tienes de ti mismo seguirá siendo la adecuada.
Aunque no recibas refuerzos ni motivación en tu trabajo, busca fomentar tu autoestima con objetivos propios que tú mismo te marques. Más allá del contexto que te rodee, no dejes de valorarte a ti mismo y tus competencias.
Para concluir, todos nosotros podemos pensar en alguna vez aquello de “me siento infravalorado por los demás “. Cuando esto ocurra, es necesario explorar primero en nosotros mismos. En ocasiones, esperamos que los demás nos ofrezcan aquello que nosotros mismos no nos damos.
En el caso de que nuestro nivel de autoestima y apreciación personal esté cubierto y exista realmente un problema de menosprecio, debemos resolverlo. No es recomendable vivir mucho tiempo con esa sensación adherida a nuestro interior porque desgasta, duele, oxida y nos daña.
Resolvamos esas situaciones con asertividad y reclamemos aquello que todo ser merece y necesita: respeto y aprecio.



