El valor de la admiración

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Admirar a alguien es un gesto que resulta muy positivo en la vida. Permite aprender, reaprender y mejorar, pero sin perder la propia esencia. 

Cuando se admira a una persona, se sienten tanto emociones de devoción tanto como de atracción.

¿Alguna vez lo has hecho? ¿Recuerdas todas las sensaciones positivas que tuviste? ¿qué es la admiración?

La admiración viene a ser una valoración muy positiva de alguien. Por ello mismo, hace sentir una consideración especial hacia alguien a quien no necesariamente se tiene que conocer (como puede ser el autor de un libro, un actor u otro personaje público). Aunque, por supuesto, siempre es posible admirar a alguien que sí se conoce: un familiar, amigo, compañero de trabajo, etc.

Cuando se admira a una persona, se siente una especie de atracción sana hacia ella. Esto es porque esa persona inspira en muchos sentidos.

La contrapartida de la admiración viene a ser la envidia.

Admirar a alguien supone aprovechar lo positivo, desear que esa persona siga siendo una fuente de inspiración, pues se le reconoce como una buena influencia. No se contempla su perjuicio.

Hay niños que, cuando crecen, buscan seguir los pasos de sus progenitores. Admirar a los padres puede ser un buen comienzo de esta increíble acción. Porque admirar a los demás no hace sentirse inferior, sino que permite ver con curiosidad los pasos seguidos por otros. De este modo se puede aprender y mejorar las propias cualidades. Siendo consciente de las propias limitaciones, pero también de las fortalezas.

La admiración es fácilmente convertible en una motivación que puede impulsar a la persona a luchar.

El camino hacia los propios objetivos no siempre puede resultar fácil. Hay que luchar y esforzarse. Muchas veces todo aquello que cuesta es lo que finalmente vale la pena.

Por eso admirar a alguien puede resultar de ayuda. Convertirse en una motivación. Especialmente porque te sentirás comprendido. Pues esa persona que admiras también pasó situaciones semejantes y es capaz de dar consejo y apoyo al respecto.

Ahora, piensa un momento en las personas que tienes a tu alrededor. ¿Las admiras? Si no es así, es muy importante que empieces a rodearte de personas en las que puedas encontrar una fuente de inspiración y crecimiento personal. Personas a las que admires ya sea por su seguridad, constancia, fuerza de voluntad o entusiasmo. Personas que saben reconocer sus errores y, aún mejor, aprender de ellos. Almas con buenos sentimientos, que saben vivir sin dañar a otros, que son auténticas, que saben escuchar y comunicar con asertividad.

Pasa tiempo de calidad con quienes consideres que son un buen ejemplo a seguir. Escúchalos, presta atención a su historia y su manera de desenvolverse, no te quedes en lo superficial.

Estas personas no solo te ofrecerán una fuente de inspiración sino también diversas maneras de ejercitar el pensamiento crítico. ¡Y no te olvides de aportarles algo tú también! Una palabra, un gesto sincero, o simplemente tu compañía muchas veces pueden significar mucho.

También se debe tener en cuenta que la admiración no es lo mismo que la idealización. Esta idea puede ser proyectada en otros objetos o personas como una prolongación del propio yo. Por supuesto, en la mayoría de los casos, de forma equivocada. 

Pero esta idealización no suele tener en cuenta a las demás personas. De modo que se gasta innecesariamente muy pronto y da lugar a su opuesto, la devaluación. 

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