Habitantes en algunos barrios han denunciado el regreso de grupos pandilleros.
Desde que Nayib Bukele subió al poder El Salvador ha vuelto a ser seguro ya que el mandatario de ese poder ha puesto mucho de sí en la lucha contra las pandillas y de esa forma ha podido desarmar pandillas como MS13 y Barrio 18. Pero en estos días muchas denuncias indican que las pandillas están volviendo poco a poco.
Las extorsiones y la vigilancia permanente en barrios que han sido atormentados por pandillas en los últimos años han empezado a resurgir luego de que las fuerzas de seguridad del gobierno lograran disminuir a las células pandilleriles durante un régimen de excepción que inició en marzo de 2022.
“Ya hay pandilleros en labores de posteo, de vigilancia a las autoridades… El mecanismo de extorsión mandando a jóvenes a cobrar (una cuota) a los negocios de la zona ha resurgido”, dice Marvin Reyes, directivo del Movimiento de Trabajadores de la Policía Nacional Civil (MTP), una organización que reúne a decenas de policías y que se ha mostrado crítica de algunas políticas del gobierno Bukele.
Según los informes recibidos por el MTP, hay resurgimiento de células pandilleras en el Distrito Italia y en la colonia Altavista, en el extrarradio de San Salvador; también en los departamentos de San Miguel en el oriente, Santa Ana y Sonsonate en el occidente y La Libertad en la zona central. Un veterano oficial de la policía que ha servido como asesor al gobierno de Bukele, confirmó la información del MTP y añadió que en algunas zonas costeras en el centro y este del país también hay una reorganización de clicas y un aumento de las extorsiones.
Reyes dice que incluso han resurgido los enfrentamientos armados entre pandilleros y policías en algunas zonas del país, los cuales han dejado a varios miembros de la MS13 y el Barrio 18 muertos y al menos a un agente herido. El oficial consultado agregó que también ha habido choques armados en la zona del Golfo de Fonseca, en el departamento de La Unión, fronterizo con Honduras. Sin mayores explicaciones, la administración Bukele decidió casi desde el inicio de su gestión reservar información sobre índices de criminalidad y no contar entre los homicidios diarios los de supuestos pandilleros abatidos en enfrentamientos con las autoridades.
En las ciudades, coinciden Reyes y los otros dos oficiales consultados, la presencia de los pandilleros es mucho menor que en el pasado. Hay ya decenas de reportes periodísticos que, citando a vecinos de barrios en las periferias de la capital salvadoreña, hablan de un ambiente de tranquilidad que no se vivía en esos lugares desde los años 90, cuando las dos pandillas echaron raíces ahí y ejercían poder absoluto sobre los territorios. Hoy, dicen estas fuentes, los pandilleros viven y operan de una forma más subterránea, sin ser visibles en las calles como antes, escondidos en casas no controladas por las autoridades y manteniendo sus redes de extorsión de forma más discreta.