
Ni la crisis económica ni la guerra en Ucrania han logrado afectar los indicadores de los bolivianos: mantiene números estables y en marzo una baja en los precios.

Mientras la economía mundial vive conmocionada por la ola de inflación global, en Bolivia el Índice de Precios al Consumidor (IPC) se ha mantenido sorprendentemente estable. A pesar de la pandemia, la guerra que Rusia desató en Ucrania y la crisis económica general, los números son altamente positivos.
Los bolivianos han podido hasta ahora librarse y cuando las curvas de sus vecinos y de medio mundo se disparaban al alza, el país sudamericano llegó incluso a registrar una bajada de los precios del 0,1% de febrero a marzo de este año.
¿Cuál es su secreto? Bien puede dividirse en tres ejes. El primero es la estabilidad cambiaria con respecto al dólar, ya que la moneda nacional (el Boliviano) tiene un cambio fijo desde hace una década. Por otro lado, el subsidio al combustible ha hecho que el precio para todo aquel que no sea extrajero se mantenga, permitiendo que por ende no aumente la mercadería.
Por último, el gobierno de Bolivia suele negar el certificado de exportación a aquellas empresas que generen productos que en el país no aseguran un precio determinado o el abastecimiento necesario. Todo esto, a simple vista, parece muy bueno. Pero, según la opinión de algunos economistas, a la larga puede traer consecuencias negativas.



