«Cuestion de tiempo»
Parece ser que todo es cuestión de tiempo. Adaptarse, convivir, avanzar, aprender, sanar, olvidar… todo implica tiempo. ¿Cuántas lágrimas puede costar ese tiempo? ¿Cuántas risas nos llevará transitarlo? Depende de la perspectiva en la que contemplamos la situación. ¿Estoy en lo cierto si digo que es más fácil ver lo difícil que nos resulta atravesar un proceso?
Decimos que «lo mejor está por llegar» y con ese cliché tratamos de mantenernos de pie. Son procesos donde el tiempo no tiene límites universales. Es un tiempo que posiblemente sepamos cuándo inició pero que no tenemos la fecha de vencimiento exacta. En mi parecer no puede existir una respuesta común para todxs más allá de si lo que hizo que las agujas del reloj comenzaran a girar fuese el mismo detonante. Estamos acostumbradxs a escuchar «esto ya lo viví» junto a una serie de consejos respecto de la situación, que por supuesto no creo estén de más, pero ¿cómo saber en verdad de qué manera lo estás viviendo vos? Tenemos la suerte de ser diferentes y compartirnos infinidad de experiencias. Aún así no existe la receta justa para cada ocasión. Tampoco podemos acortar el tiempo aunque nos pese y nos duela. Nos toca experimentar diferentes escenarios emocionales en los cuales nos esforzamos por protagonizar un único papel, «el estar bien», porque nos hicieron creer que llorar es ser débil. Nos exigimos encontrar opciones para evitar todo aquello que nos cause tormento, angustia, dolor… Sin embargo, tarde o temprano, entendemos que son momentos que también necesitamos pasar y que sólo será cuestión de tiempo poder adaptarse a la realidad que nos atraviese.
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