Los grises de la Copa Mendoza

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Mientras por un lado significa una buena vidriera y otro roce para las Ligas más pequeñas, el certamen también significa un castigo económico y una gran desventaja deportiva.

Sin lugar a dudas, la existencia de un certamen como la «Copa Gobierno de Mendoza» no puede ser negativo. Al contrario: es al menos un intento de federalización real. Pero no deja de ser un intento bastante limitado.
Organizado por la Liga Mendocina de Fútbol, el campeonato está armado para la comodidad de los equipos nucleados en ese ente. Los equipos de las Ligas lejanas no sólo deben pagar altos costos de viaje (y, el que puede, hospedaje), sino que en muchos casos dan una enorme ventaja en lo deportivo.
Por mencionar ejemplos: un equipo de Malargüe o General Alvear que debe jugar a las 11 de la mañana de un domingo, debe irse un día antes (con los costos que eso implica) y en el caso de ir el mismo día, salir no antes de las cinco de la mañana, llegar y jugar. Es entendible: el club en cuestión fue que aceptó estar y debe amoldarse a la situación. Pero el equipo rival, juega a pocas cuadras o muy pocos kilómetros de su casa.
El caso se recrudece en la parte femenina, donde muchos encuentros fueron puestos a las 11 de la mañana. Sabido es que el fútbol de damas no es precisamente lo más desarrollado en los clubes, sobre todo en materia dirigencial. Por lo tanto, dar por sentado que todos cuentan con recursos para irse el día anterior es bastante peyorativo. Además, las programaciones se hacen muy pocos días antes como para diagramar toda la logística.
Ejemplos de cosas a mejorar, sobran. Por citar un caso, Colón de General Alvear enfrentará a Huracán Las Heras… en el propio estadio del Globo. La existencia de la Copa y el federalismo que pretende lograr son detalles a destacar y que hay que acompañar. Pero, teniendo incluso apoyo oficial, la desigualdad con los que recorren entre 300 y 400 kilómetros es un tema que sin lugar a dudas debe debatirse.

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