Croacia lo luchó incluso estando abajo en el marcador en el suplementario y, por penales, sacó en cuartos a uno de los máximos candidatos de Qatar 2022.
Es el mundial de lo inesperado, de lo increíble, de lo épico. El estadio de Colón de Santa Fe ahora tiene competencia: porque Qatar se ha transformado en el cementerio de los elefantes. Cayó Alemania, no pudo pasar Bélgica, se fue España. Y ahora, Brasil. Sí, no está soñando ni leyendo mal.
El equipo de Tite jugó un flojo primer tiempo, levantó en el segundo y se consolidó recién en el primer tiempo del suplementario (en los 90 terminaron 0 a 0). Allí llegó el golazo de Neymar para, en ese momento, casi sentenciar la suerte. Pero no. Los croatas estaban dispuestos a morir de pie. O vivir en el intento. Y así fue: el gol de Petkovic forzó los penales.
Allí, una vez más emergió la figura del arquero Livakovic, que atajó el primero y encaminó la serie. Marquinhos falló el decisivo y desató la locura de Luka Modric y compañía. Una locura que demustra por qué el fútbol es la máxima manifestación de emociones de toda la historia de la humanidad.